Te lo cuento pero no para que sepas.
El viaje por la costa es a la inversa
y comprende un tema central nostálgico
y arbóreo pero virtualmente irreal
por contraste con los hechos excluidos,
que quedan subiendo y bajando a lo largo
de una escalera de escape a la hora
que no ocurre nada y en la era del desastre.
Tiene la misma pequeñez de una carta
llegada del Brasil junto a lo que es el Brasil:
riberas, especies de la mata atlántica, divorcios
dentro de departamentos, y muertos.
Los gases que emanamos cuando muertos
trazan los tipos de vida que nos deslumbran.
Para que no comprendas, te lo cuento.
El acueducto que viene de los clásicos
transporta hermosamente la noticia
entre ejemplos de desdén hacia la muerte,
suicidio y palabras finales perfectas
aunque remotas. Instaura un medio sublime,
tanto que nuestros pensamientos cálidos
copian mensajes de texto recientes
para huir de él. Pero ya hicieron la ruta
a la inversa. El tema queda disuelto:
vimos cómo el horizonte derrotaba
a los pájaros. Y solo el futuro es nuestro
porque es donde otros piensan en nosotros.
Tú has recibido una carta, para que sepas.
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