viernes, 7 de enero de 2011

CUENTO DE LA GALLINA (CARLITO AZEVEDO)


PORQUÉ ELEGÍ ESE POEMA / VALESKA DE AGUIRRE
La terrible gallina de Carlito Azevedo es el ángel de la guarda que soñamos tener sentado en nuestro hombro. O amarrada a nuestro pie izquierdo sacudiendo las alas pardas... Ese corazón de fuego de C.A. mueve innúmeros mundos en la literatura y en la vida.




CUENTO DE LA GALLINA

Todo ángel es una gallina terrible.





Esta
-por ejemplo-
abrió las alas,
pardas,
contra el fondo
anaranjado
de un muro
en ruinas:
y se clavó en lo
alto de la piedra.





Al viento, su danza
inmóvil
redefine un
cielo oblicuo,
antro de nubes
simultáneas,
asustadoras.





(Mi padre
la trajo 
a casa
un día
antes
de dejarnos,
talvez por
eso haya
sobrevivido
tanto tiempo
a tantas
intemperies.)





En sus
raros momentos
de elevación
cuando se para
en un sólo pie,
imagina que es
la orquídea
de la piedra.





Terráquea,
pisa la propia
bosta y
la ajena,
acepta las
asperezas
y pronuncia
constreñida
su lamento
de emperatriz:





"- Esas hierbas
flotantes
caídas quién sabe
de qué cúpula
radiante, serán 
el envenenamiento
de qué
pasión?"





Ahora vuelve a 
bajar para revolver,
picotear sus granitos 
de grasa
que se deshacen
en las manos
del chico
que los lanza
casi
meándose de
miedo,
pero atendiendo
a los gritos
de los tíos
gordos y
desargentés
que lo despedazarían
con la peor
de las ofensas.





La neblina que cae
por la mañana
sobre el terreno
baldío, embarrado,
la sorprende
en su túnica
asfixiante,
siempre
floreciendo y
siempre
odiando
el sexo.





La transparencia 
de esa hora
recuerda la
transparencia
del ala
de una mosca,
la del párpado
de una gallina,
y debe mucho
a ambas.





Hokusai
no ignoraría
el sortilegio
amoroso
de esa
gallina,
el corazón
de fuego
que la impelía
a veces a 
correr por el
patio
en puro desperdicio
aerodinámico





ni a las hermanitas
durmiendo
sobre las
piedras de puzzle,
en la tierra apisonada,
olvidándose
del hermano más
joven
al que debían
proteger.





(Los viejos
chorros
pasan el día en la fábrica
cerrada,
causan escalofríos
de miedo y
vergüenza
cuando salen
por la noche y 
limpian en las
encrucijadas.)





Vieja,
anda libre,
pero ya vivió
atada por un
cordón
podrido
a un
limonero
centelleante
de telas
de araña.




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