martes, 11 de octubre de 2011

ANTI-VIAJE (WALY SALOMÃO)

Todo viaje es inútil
medito al borde del pozo vedado.

Para qué abandonar tu albergue,
dejar tu caparazón de tortuga
y ser lanzado río abajo en la corriente?
Para qué esa suspensión del lecho
de la vida cotidiana, si enseguida
el globo se desinfla velozmente y todo
suena aún peor que antes porque entra
ahora en comparación y desprestigio?

Ningún habeas corpus
es reconocido en el Tribunal del Jurado del Cosmos.
El ir y venir libremente
no consta en ningún Bill of Rights cósmico.
Al contrario, la espada de Damocles
pende para siempre sobre la esfera del mapa mundi.
El Atlas es un compás de hierro
demarcando longitudes y latitudes.
Quien viaja arriesga
una alta tasa de tranquilidad.
Mi abrigo es lo cercano,
lo conocido y reconocido
lo que está desnudo de espanto
por estar siempre a mi alrededor,
lo que prescinde de consulta
al archivo cartográfico.
Lo familiar es una capa viscosa,
protectora y tibia
que envuelve mi vida
como un parachoques.


Nunca más playas ni islas inaccesibles,
ya no me atraen
los jardines de los bancos de coral.


Medito al borde del aljibe quieto
justamente yo que me suponía amante
ardiente y fiel
de lo lejano
y creía en el proverbio de Blake que dice:


EXPECT POISON FROM THE STANDING WATER.


O sea:


DEL AGUA QUIETA, ESPERÁ VENENO.


AGUA ESTANCADA SEGREGA VENENO.





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