para SUSANA DE MORAES
abiertas, justamente, hoy por la mañana.
El arcoíris y su sortilegio,
justamente, hoy por la mañana.
Hojas de higueras levitantes, aéreas.
El mar hermafrodita y su baba epiléptica:
macho lamiendo la arena de la playa
abierta;
hembra singlada por navíos duros,
de hierros y aceros,
y su muestrario-monstruario de mástiles.
Tarda en llegar el otoño este año,
el verano no quiere despedirse.
Un viento caliente pasa y despierta
los hechizos y las promesas del verano
entero.
Escribir así es romantizar el viento caliente
que pasa solamente para recordarnos
que es el viento caliente y desaforado
pasando una lija gruesa
sobre la ciudad, los seres y las cosas.
Viento borracho de amnesia y desmemoria,
incapaz de verano-otoño llevar por nombre propio,
traficando indiferente a nuestra tradición ibérica
que exige para todo registro y certificado,
pago de estampillado o sello del tesoro,
aval y avalista,
reconocimiento de firma
por notario en escribanía.
Además del estilo -imperativo categórico-
de nuestro arquetipo
de escribano perfunctorio
(pariente lusitano-brasileño del literalista pedante
de Miss Marianne Moore)
cuyo breviario reza:
"Ante mí, doy fe... es verano."
o
"Ante mí, doy fe... es otoño".
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