Además de lado a lado alinear
Pan de Azúcar, Cristo Redentor, Piedra de Gavea, Dos Hermanos,
el Rio pintado en la pared de la panadería "Joya"
tenía molinos de viento a orillas de la bahía.
La ensenada carioca
tuneada por la mente aglutinante del pintor
anclada en una Holanda sin Mondrian,
sin diques de contención,
era aún enriquecida por el mecenas portugués
exponiendo a su vez
- contra la liquidez azul pincelada-
en el estante de los lácteos, entre latas de leche en polvo Nido
un ventilador polvoriento,
subtipo tropical de molino.
Y el girar de los diversos tipos de pan
en la mirada de un cliente
iría a alimentar
- mientras su café durase -
incierta energía vital elemental
empujándolo, de nuevo, a ordeñar
la voluble vasta vaca azul-lavable llamada imaginación
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