domingo, 24 de mayo de 2009

APAGÓN PARA UN MONJE ACRÓBATA



a la memoria de Leo


Decime quién te manda salir
sin el sombrero, sin recordar

la melodía que venías silbando, con los zapatos
llenos de jabón, sobre la cuerda
floja, con

tu sonrisa triste, justo cuando cortan
la luz? Quién te manda
debajo de ese cielo inundado de peces, con la tormenta
eléctrica distorsionando todo, las
palabras, la comunicación con torre
de control, la batida del samba? Hay un segundo

en que todo se para, se interrumpen
las noticias de las Seyferts más distantes, la
masticación de las cebras en la sabana, la carrera
del jockey de camisa naranja; y aún otro segundo
donde los movimientos se retoman

exactamente en el sentido inverso: escuchamos la voz de la mujer
que dice

“…mmmaf… sssecuencias cervicales
del acróbata… mmmhuem… “

y

“…shhhhnnai? cervicales de un
erizo, Nama
Shiva Om?”, mientras los anillos de humo
de su cigarrillo

vuelven a sus pulmones. Esta vez
el efecto nos va a lanzar
lejos de aquí, Leo, al paisaje tropical
de la etiqueta

de una botella de ron
justo en el momento en que alguien
se sirve un vaso, dejando los coqueros
cabeza abajo; o, con el mono sucio de arreglar la nave, en medio del estadio
de Wembley, verde fosforecente
en la Playstation en que dos chicos

hacen que se pelean por ser Messi
a la hora de los penales decisivos: y qué
vamos a hacer ahí en el medio, Leo? La verdad es que así

voy a acabar
pudiendo oir cada vez menos canciones, leer
menos criticas, tener
menos temor de escucharte reir
al decir tonterías. Ahí seguimos, más

o menos los dos, aproximadamente
vos y yo, con lo que sea que eso signifique,
contra el fondo inestable del poema.-




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