sábado, 6 de junio de 2009
PARKER BOULEVARD (JAMIE KOPTER)
Me pasó en el Parker Boulevard, casi un mes
después de que muriera Diana: fijate, yo soy el tipo
de la chaqueta azul, el que tiene el ancla
cosida en el bolsillo y el pelo gris
con gel, oliendo
como si me hubiera echado un frasco de colonia, parado
en esa esquina; y cuando estoy por entrar
al ‘Bentleys’, escucho el ruido.
Es una tarde de sol: parece que todo estuviera
perfecto, y todos parecen
haber comido su salsa preferida, y que sus equipos,
ese día, hubieran ganado todos, y ellos hubieran salido
a tomar algo suave. Así que me di vuelta
y vi al tipo ese
con la gorra grasienta y su carro chirriante
repleto de basura. Lo llaman el Canciller, está
más bronceado que un surfer. “Tengo algo
para vos”, me dijo
mientras husmeaba en su carrito, entre
un cactus de plástico, algunos cigarros
mexicanos, una sirena rota. “Viste que vengo coleccionando cosas
que cayeron del cielo. Cosas que van a parar a la calle
por la ley de la gravedad. Ahí encontré este libro”, me
dijo. “Y todos los poemas que vas a escribir, ya están escritos
acá. Y todos tus dolores y tus decepciones, y las cosas
que no pudiste ver cuando mirabas
están guardadas acá”. Pero no me mostró
ningún libro: en vez de eso, sacó el joystick
de un Nintendo viejísimo, y me lo dio, diciendo: “Y tengo
estos dos botones; hay que apretar éste
si te querés quedar; y el otro
si te querés ir. Entendiste?
PARKER BOULEVARD
It happened to me on Parker Boulevard, 3 or 4 weeks
after Diana’s death: can you see it? I’m the man
in the blue jacket, the one with the anchor
sewn on the pocket and the gray hair
with gel, smelling
like tons of cologne, standing on the corner; and when I’m going
to enter the ‘Bentleys’, I hear this sound.
It’s a sunny afternoon: you would say that everything looks
perfect, and everybody looks
as if they had eaten their favourite sauce; as if their teams
had all won this day, and they were
just going for a soft drink. So I turned back
and see the man
with the greasy peaked cap and his screechy trolley
full of junk. They call him the Chancellor, he looks
as tanned as a surfer. “I have something
for you”, he said
as he was snooping in his trolley, going through
a plastic cactus, some Mexican
cigarettes, a broken siren. “Because I have been collecting things
fallen from the sky. Things that end up on the ground
just because of gravity’s law. And so I have this book”, he
said. “And all the poems you are going to write, are already written
in it. And all the sorrows and the disappointments, and the shapes
your glances couldn’t catch
are recorded in it.” But he showed me no book
at all: instead of that, he picked up an old Nintendo’s control
and gave it to me, saying: “And I have these two
buttons; one to be pressed
if you want to stay; and the other
if you want to go. You got it?”.-
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