to my brother Charles and his basque girl
No es algo
a lo que puedas llamar un accidente: en agosto
previendo la catástrofe
nuclear, habíamos empezado a estocar provisiones. Los jueves
volvíamos del Oxxo con el Farlaine repleto; aunque poco
después los Kempf comenzaron a sospechar
algo, y nos esperaban en el jardín con la cámara
de fotos preparada entre los setos, haciéndonos preguntas. Todo lo decisivo
se consignaba en el inventario y se bajaba
al sótano, de modo que para el verano, en la casa,
sólo vivíamos rodeados de lo más superfluo: los esquíes
y los discos de Getz, la colección
de poesía latinoamericana, los álbumes de fotos
de mi vida en la América del siglo pasado, todas
mis herramientas.
Pienso que pronto podremos instalarnos
en nuestro nuevo mundo. Como ha dicho Chad:
"pronto será mejor estar ahí
que en ningún otro sitio".-
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