jueves, 28 de octubre de 2010
NOUVELLE VAGUE PARA MARÍLIA GARCIA
Muy bien, continúo escribiendo
sólo para decir: de todos
los filmes franceses que conozco
y los que no, vos
seguís siendo mi favorito. Ya ves
que siempre me acuerdo de esa
escena, en el pub siberiano
en la que fumabas, manteniendo
el cigarro entre los dientes, los dedos
sobre la mesa, deslizándose
sobre una caja verde; y
diciendo: "porque el mutismo
es sobre todo esto: ¡mira! ¡es
imposible hablar
esta lengua!" ¿Qué se hizo
de esa caja? Hubo un
corte
en el momento en que te levantabas y
salías, y en la siguiente
escena; ¿cómo fue la siguiente
escena? ¿fue en
Alaska, de pie en un embarcadero, con
las manos en los bolsillos, observando
la aurora boreal? No lo
sé, la persecución en el subte me ha hecho
olvidarlo. Pero volviendo
al tema: ¿qué había dentro de aquella caja
verde? El otro día
en Leeds, oí que hablaban
de eso, cuando aquella azafata de
la Dragon Airlines -con la lluvia
peinando sus cabellos azabaches, pero
sin deshacer ni un ápice el
rimel bautismal con que los dioses
la destinaron para la seducción y el
extravío- parada en medio de la calle
como una posesa, me dijo que en
China, violeta
era el color del luto. Marília ¿dónde
están todos? ¿Por qué
nadie lleva a esa niña
para casa? ¿nadie ve
que ella sólo quiere dejarse caer
en el asiento de atrás del
auto
y ver pasar la carretera, oyendo
las ruedas sobre el asfalto húmedo, soñando
con su puesto de sopa de
pescado
en Kowloon? Nadie
entiende nada de
cine, Marília, sólo quieren
la ilusión del movimiento en la oscuridad, no
saben
de las muchachas que permanecen de pie
en Leeds -aunque sean hermosas y de brazos
tan finos- debajo de
la lluvia, con una caja verde en la
mano, en trance permanente.-
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