viernes, 22 de octubre de 2010
RESTAURANTE POLACO (RUI PIRES CABRAL)
La noche se sostiene de sus adornos
como un hombre muerto atado a las máquinas.
Los clientes hojean libros, todos polacos
de la misma cuadra. De pronto
percibimos: hay algo por sobre las palabras
que no se deja descrifrar. En ciudades extrañas
disponemos mejor de los sentidos, somos arriesgados
en nuestras intuiciones. Y después de la sopa, del té
apenas caliente, al salir a la calle, podemos descubrir
que aún estamos vivos y que, a fin de cuentas,
nunca hemos conocido otra condición. Esta es la hora
que más nos representa. Y eso a lo que llamamos realidad
sigue junto a nosotros este mismo camino.
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