de vez en cuando nadando adivina
sin atender al movimiento, quieto pero inestable, índice
ahora de la emoción, nadador en trampolín, todo el
tiempo que dura su caída
.
masculino prestándose al modo, seguro mediodía de
pileta o el bronceado, quieto para lucir, el deseo que
va, ofreciéndose a la vista de la mujer que apoya el
mentón en las rodillas
prolongando el movimiento de los otros
abandona la revista y se dirige a la pileta, sin que nadie
venga después, sólo coincide, definido por ausente,
porque hace señas, hace un lugar, hace quedarse,
simulando indiferencia extiende los pies y se los mira
.
el ruido afuera es distinto
muy de cemento y calor, de cuerpo que se muestra
como si al mostrarse pudiera, recostado para ganar,
sobre las distintas maneras de un bikini, la línea de la
nuca, los labios blandos, sin saber, la mirada entre filas
de reposeras que otra mirada con fastidio asimila
.
habla
como si pudiera
pierde intensidad, se reduce la voz y se vacía
en el aire el habla de todos
queda el recuerdo del salto y sueltas después
algunas partículas de vergüenza
.
contra la inteligencia frívola del ejercicio de flotar
en el centro de la suerte, mitad intrusión, perseguir,
mitad decirse hundimiento, nadador, su nado
y el miedo justo antes, ahora de pronto lejos, dice yo y
la pileta, dice cualquier cosa intentando que la voz se
pierda en su descuido
.
la impresión del agua
se adelanta si lo mira, pidiendo el cuerpo al salto, a la
tensión, larguísimo en el aire del trampolín intenta
se agrupan el ruido del miedo y el salto, él y el reflejo
del agua que su cuerpo evitaba y repetía
flotando resuelve lo que queda de instinto, una idea
subsidiaria de otra idea, tirar aire, blandura y brazadas,
invocaciones de un arquearse de cejas
.
un gesto a resguardo de la imagen que intenta definir,
de la posibilidad de repetirla
pasa como si no la viera
como si el espacio estuviera vacío, él y su manera de
seguir la perplejidad que inventa
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