lunes, 11 de abril de 2011

IMAGEN (NUNO JÚDICE)


El hombre que hablaba solo en la estación central de munich
qué lengua hablaba? Qué lengua hablan los que se pierden así, en los
corredores de las estaciones de tren, de noche, cuando ya ningún
quiosco vende diarios y café? El hombre de
munich no me pidió nada, ni tenía el aire de
quien precisa alguna cosa, es decir, tenía aquel aire
de quién llegó al último estado
que es el de quien no precisa ni de sí mismo. Sin embargo,
me habló: en una lengua sin correspondencia con lenguaje
alguno de entre aquellos posibles para expresar emoción
o sentimiento, limitándose a una secuencia de sonidos cuya lógica
la noche contrariaba. Me preguntaba si yo comprendía acaso
su lengua? O quería decirme su nombre y de dónde venía
-a aquella hora en que ningún tren estaba
por llegar ni por salir? Si me hubiese dicho eso,
le hubiera respondido que yo tampoco esperaba a nadie,
ni me despedía de nadie, en aquel rincón de una estación
alemana; pero podría recordarle que hay encuentros que sólo dependen
del azar, y que no precisan una combinación previa
para realizarse. - Es entonces cuando los horóscopos adquieren sentido;
 y la propia vida, más allá de ellos, le da un destino a la soledad que empuja
 a alguien hasta una estación desierta, a la hora en que ya no se compran
diarios ni se toma café, restituyendo un resto de alma al cuerpo
ausente -lo suficiente para que se establezca un diálogo, aunque
ambos seamos la sombra del otro. Es que, a ciertas horas de la noche,
nadie puede garantizar su propia realidad, ni aún cuando otro
como yo mismo, testimonió toda la soledad del mundo
arrastrada en un deambular de frases sin sentido en una estación muerta.




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