miércoles, 13 de abril de 2011

POEMA SOBRE UNA ANTIGUA PARTITURA (NUNO JÚDICE)


Escribí un día un poema sobre el poema de
gottfried benn sobre chopin. Debajo puse “chambre 12,
hotel d’athènes, paris, 4 de abril de 1967”, y
lo único que era verdad de eso era el día. Había estado, sin embargo,
en ese hotel, allá por julio del sesenta y cinco,
con luís miguel cintra, y por eso le dediqué
ese poema. El resto, era el tic de la época: el esnobismo
intelectual del que boris vian había hablado, tal como
silva melo lo citó en un artículo de “juvenil”. “No
demasiado fecundo hablando chopin tocaba”, decía yo; o
incluso: “Chopin era como delacroix cuando explicaba
teorías/ -era mejor describir la toma de/
constantinopla a través de colores que de palabras;/ mejor
describir la noche cayendo/ a través
de notas que de palabras.”

Nunca publiqué ese poema. Lo corregí, una vez,
levemente; pero recuerdo que luís miguel me dijo
que se lo mostrara a ruy belo; y que ruy belo
mantuvo un silencio perplejo después de leerlo. Habrá
sido por eso que no lo publiqué? Es verdad que
lo escribí a partir de gottfried benn; y que
había dicho de chopin: - “Amante sin fuerzas
había quien dijese de la fuerza de/lo que amaba”. Pero el amor,
en el 67, no era un asunto del que la poesía tratara;
y menos aún el amor de quien “amaba levemente, sin fuerzas, arras-/trándose
antes y dejando para más tarde las inútiles/
meditaciones, las repetidas variaciones repitiéndose
sobre/sí mismas, propias de la palabra y de su im-
potencia.”

Por otro lado, había demasiada gente en ese poema sobre
música. También hablaba de “wanda landowska y de delphine
potocka juntas/ tocando sonatas de domenico scarlatti para él que/ tan furiosa-
mente escribía sonatas”; y ellas venían
de poemas de jorge de sena, que yo juntaba a gottfried
benn, en este velorio en torno de chopin: “Ambas se miran
tristemente, la que está por nacer y la que ya nació, y largas
lágrimas caen por sus/ rostros amargos, por los rostros
abstractos e instrumentales.” Así, dejé
de lado este poema que convocaba a los fantasmas; y me dediqué
a otro tipo de escritura en la que, como chopin hacía,
“cada dedo /tenía que tocar con la fuerza correspondiente a su estructura/y
sobre este principio construyó la música
que vivió.” Usando la máquina de escribir, yo también
buscaba que los dedos tocasen el teclado con la sugestión
musical de chopin; y repetía su ejemplo: “Siendo
el cuarto dedo siamés del dedo medio y siendo éste/ el más débil
evitaba tocar con ellos y nada le preocupó/más
que la fusión de los dedos con el propio piano.”

Incluso ahora, hoy, no sé por qué no publiqué
ese poema. Habrá sido por el silencio perplejo de ruy
belo? Por la alusión biográfica, a esa estadía
en un hotel d’athènes que hace mucho dejó
de existir, en el lejano verano del 65? O por las
referencias literarias, que podían tener un eco de plagio,
como si la poesía, como dijo lautréamont, no fuera
una secuencia de ecos y plagios? “Quienquiera que lo
haya oído tocar cómo/podría olvidarse del rostro muerto que se inclinaba hacia
el/marfil y que de él arrancaba extrañas vibraciones difuminándose por la noche
fría,/arrastrán-
dose por los corredores/ vacíos de ciudades enteras,
abriéndose hacia una terraza/ desierta y recorrida por la lluvia
de no sé qué invierno?”

Pero hoy, en este poema sobre música y partituras,
“cómo podría olvidar el peso de los párpados
desmayándose/ sobre el sueño y sobre las lágrimas, sobre
la muerte/ nacida de los delicados sonidos que nacían
de las teclas ausentes” Cómo podría escribir otro poema
sin recordar éste, un texto olvidado del 67, fechado
el 4 de abril, cuando la primavera corría dentro del alma
sin dejar allí más que el viento vacío que limpiaba el
cielo de la ciudad universitaria, que era entonces
todo el cielo del mundo? Resto de qué disipada
adolescencia? Crítica de qué amores vagos, inquietudes
sin objeto, recuerdos sin memoria?

“Que se sepa que nunca chopin compuso una ópera o una
sinfonía. Nunca sus manos se inclinaron hacia la arena
húmeda de una marea reciente y nunca supo la forma
imprecisa de los fantasmas diurnos. Nunca chopin miró
al sol y nunca el sol se reflejó en chopin.
Solamente esas trágicas progresiones
por convicción artística
y con mano pequeña.”




No hay comentarios:

Publicar un comentario