lunes, 14 de noviembre de 2011
UNA FOTOGRAFÍA AÉREA (FERREIRA GULLAR)
Yo debo haber oído aquella tarde
un avión pasar sobre la ciudad
abierta como la palma de la mano
entre palmeras
y manglares
derramando en el mar la sangre de sus ríos
las horas
del día tropical
aquella tarde derramando sus cloacas sus muertos
sus jardines
yo debo haber oído
aquella tarde
en mi cuarto?
en la sala? en la terraza
al lado del patio?
al avión que pasaba sobre la ciudad
geográficamente
desdoblada
en sí misma
y escondida
bajo los tejados ahí abajo bajo
las hojas
ahí abajo en la oscuridad
sonora del pasto dentro
del verde caliente
del pasto
allá
junto a la noche de la tierra entre
hormigas (mi
vida!) en los pelos
del vientre y la tibieza
del cuerpo dentro de la usina
de la vida
en cada cuerpo en cada
habitante
dentro
de cada cosa
clamando en cada casa
la ciudad
bajo el calor de la tarde
cuando el avión pasó
II
yo debo haber oído en mi cuarto
un ruido cortar otros ruidos
en el alarido de la época
rodando
por arriba del tejado
yo
debo haber oído
(sin oír)
el ronquido del motor mientras leía
y oía
la conversación de la familia en el balcón
dentro de aquella tarde
que era clara
y para siempre perdida
que era clara
y para siempre
en mi cuerpo
clamando
(entre zumbidos
de sierras entre gritos
en la calle
entre ladridos
de perros
en la galería de la tienda
en el azúcar ya anochecido de las naranjas
en el sol cerrado
y podrido
a aquella hora
de las legumbres que quedaron sin vender
en el sistema de olores y negocios
de nuestro Mercado Viejo
- el ronquido del avión)
III
yo debo haber oído
su ruido se atascó en el pantano
de Camboa en la fiebre
de Alagado resbaló
en los parapetos sucios
en las paredes de barro
penetró en los cuartos entre hamacas
hediendo a gente
entre retratos
en los espejos
donde la tarde bailaba iluminada
Su ruido
era también la tarde (un avión) que pasaba
ahí
como yo
pasaba al margen del río Bacanga
en São Luis do Maranhão
en el norte
de Brasil
bajo las nubes
IV
yo debo haber oído
o incluso visto
el avión como un pájaro
blanco
romper el cielo
veloz volando sobre los colores de la isla
de un vistazo pasar
en el ángulo de la ventana
como un hecho cualquiera
yo debo haber oído ese avión
que a las tres y diez de una tarde
hace treinta años
fotografió nuestra ciudad
V
mi rostro ahora
sobrevuela
sin ruido
esa fotografía aérea
Aquí está
en un papel
la ciudad que era
(y no me oye)
con sus aguas y sus manglares
aquí está
(en el papel)
una tarde que fue
con sus calles y casas
una tarde
con sus espejos
y voces (que volaron
en el polvo)
una tarde que fue en una ciudad
aquí está
en un papel que (si queremos) podemos rasgar
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