¿Qué es lo que queda? Los restos documentales, las fotografías tomadas por otros caminantes, las notas, las cartas, las historias de las personas encontradas en alguna esquina y los recortes de los diarios sensacionalistas haciendo alusión al extraño caso del hombre con los zapatos imantados.
La obra se transmite como una historia o una anécdota inscripta en la realidad, como un diario de viaje o un trabajo sobre un terreno urbano en el cual se dispersa y desmembra. Reivindica el poder de la anécdota como formadora de la unidad mínima que condiciona nuestro devenir, como espacio del pensamiento, de la sociabilidad y de la individualidad, enfrentando la tendencia a la globalización. Si uno interviene, incluso de manera muy acotada, ingresa nuevamente en la tentación del control.
Se ve a un hombre caminando por el sendero de un parque, la cabeza gacha, pensativo.
De pronto un perro se le cruza en el camino.
El hombre tropieza con la cola del perro y cae.
Se oyen risas y algunos aplausos.
Parece una escena circense, estudiada, pero es real.
Nunca hay que olvidar que existen diferentes clases de risas, entre ellas la risa de la complicidad, que es dignataria de un ansia de devastación retenida.
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