sábado, 19 de marzo de 2011

UN SONETO DONDE DIGO QUE MI HIJO ESTÁ MUY LEJOS HACE YA MÁS DE UN AÑO (ANTONIO CISNEROS)











-¿Ustedes tienen niños?
- Uno. Pero está en el Perú.

"Oh tu líquida y redonda habitación: la cómoda, la bien dispuesta, la armoniosa.
Y de pronto en el aire de las cuatro estaciones y los dioses: que los dioses te sean propicios".
Cuando escribí esas cosas aún estabas entre la gran vitrina donde fuiste exhibido cinco días
en competencia con los recién nacidos: "y mira esos ojazos" (tía Norma), "el más lindo de todos" (tía Inés),
y tú las ignorabas como el techo de un auto acribillado por los escarabajos voladores que mueren en el aire,
monarca de tus necesidades y el chillido de los que tienen hambre, se mojan y se embarran para honrar el planeta.
Después te llevamos al reino clase-media-acomodada de tu abuelo
-yo volví de Ayacucho sin trabajo (el haragán) hasta que otra vez fui profesor, pero en San Marcos
pagan poco y hubimos de seguir entre los cuadros de Primera Comunión y el vino controlado-
y el amor de la familia giraba y te giraba como las moscas borrachas en medio del verano.
Y cómo te arrastrabas en las cuatro estaciones -"gatea muy bien para su edad"- y merodeabas la edad de la memoria
cuando el gran haragán y su mujer se metieron a un barco -cincuenta mil toneladas de hierro- que partía esa noche, y después escribió (el haragán):
"el viento soplaba y resoplaba para ti, nuestro recién nacido, cáscara de plátano donde pastan las moscas".

Cáncer y Capricornio fueron viejos una y otra vez y las banderas se hundieron en la arcilla como todo / los mejores caballos con la barriga abierta
-y esta lluvia que oxidó a los romanos en las tierras del Norte
me encierra entre mi caja de Corn Flakes
a escribir por las puras
sin corona de yerbas ni pata de conejo que me salven-.
Al dulce lamentar de dos pastores: Nemeroso, el Huevón, Salicio, el Pelotudo.




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