miércoles, 5 de diciembre de 2012

ACERCA DE "ATZAVARA", DE MARÍA ROSA MALDONADO - POR RODOLFO HÄSLER


María Rosa Maldonado, poeta argentina nacida en Barcelona, pero residente en Buenos Aires desde la infancia, donde ha ido escribiendo una obra alejada de ruidos y de modas, siguiendo el llamado de su propia vivencia, tremendamente consecuente con una mirada interior profunda y misteriosa, por momentos casi diríase que cercana a una sensibilidad oriental.     

La poesía de María Rosa Maldonado es ante todo, y me gustaría empezar por ahí, una poesía para conocedores del género. Como en cualquier materia creativa, para poder comprender y disfrutar, es necesario un grado de familiaridad con la materia. En la poesía de María Rosa Maldonado el nivel de exigencia personal es elevado, es una poesía culta, lo que no quiere decir para nada que se trate de una poesía hermética o referencial. Y de hecho es una poeta respetada y leída por esa inmensa mayoría que son los poetas, lo cual es mucho.     

Maldonado escribe como vive, y eso se nota. La poeta vive la poesía en una total entrega, no se trata de un juego, aunque a veces esa ronda, o esa acechanza, o el hecho de ocuparse de lo que no es o no está, lo pueda parecer. Se desecha el juego para exigir la máxima concentración en el lector. María Rosa Maldonado exige que su lector, el lector de poesía que se le acerque, se implique de la misma forma que ella lo hace. Y es que la autora sabe que si el creador no vive su vida y su arte en la mayor dedicación no se pasa de un juego lindando la frivolidad. En tiempos de tanto arte desechable, tanta literatura placentera o espejo de vidas anodinas, ella huye justamente de todo eso. Y como la poesía es resultado, entre otras cosas, de la vida, su poesía es sangre, sueño, deseo, compromiso, rechazo, amor por determinados autores y autoras, la poesía va con ella pegada a sus elecciones.     

Leyendo al azar cualquiera de sus poemas uno recibe a menudo una sensación de desconcierto, por el uso de la gramática y por ese sentido que salta como una bofetada y que produce un cambio en la comprensión, y si el lenguaje poético, como tanto se ha dicho, es capaz de descubrir sentidos ahí donde acaban los del uso comunicativo común, eso es desde luego evidente y patente en su escritura. Vemos por ejemplo de este libro, Atzavara:     


Atzavara     vara de atzavara  

Madre de floración reciente que entra por todas las ventanas     


Con sus muchas cabezas     

Lo que aparece no viene en esa tierra           

                        Donde nunca                                       


                                                    Hubo planta ni mujer        


Algo sucede y ese acontecimiento es potente, se impone. Y ya acaecido, quiere quedarse, y claro, no se puede ya modificar. Sólo el lenguaje transmutado de la poesía - de su poesía - es capaz de ofrecer otra posibilidad. Se cambia el curso de los acontecimientos cuando se fijan, cuando el autor se detiene y los toma. Sólo así somos capaces de librarnos del peso del destino. Es desde luego una poesía que entronca con una tradición clásica, el referente va hasta el canto homérico, pero incide en la duda y la fragmentación del ser contemporáneo.     

En una fachada lateral del Casón del Buen Retiro de Madrid existe una tarja de piedra que con bellísima letra cincelada dice: Todo lo que no es tradición es plagio. Esa podría ser una premisa importante en la poesía de María Rosa Maldonado. Sólo volviendo la mirada a nuestro devenir pasado podemos comprender hacia dónde vamos, de dónde venimos, y recuperar pedazos de nuestro devenir, el amor, nombrar al ser amado, el dolor, como ese famoso cuadro de Gauguin del museo de Boston titulado Nafea foa Ipoipo, ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?, donde un grupo de jóvenes tahitianas dejan pasar el momento, ensimismadas, rodeadas de una potente naturaleza tropical.     

Sin citar, sin nombrar, sin escribir ya no puede estar, es una necesidad. Y estamos ante un tema fundamental de la creación: la necesidad. Casi diríase que vivimos tiempos en los que nada se hace bajo esa motivación, como si la necesidad quedase relegada a un segundo plano tras la búsqueda de un rápido rédito, y qué pena, pues todo lo que se hace por necesidad, por esa urgencia en la que nos va la vida, nos hace un poco más libres. Y llegamos al punto final y definitorio, la escritura poética como una apuesta por la libertad, la liberación de ataduras para poder decidir por uno mismo.     

Ese recorrido es una iniciación, un largo camino que tiene un comienzo pero no fin, va con uno, es una segunda piel, la misma vida.  

Por ese camino María Rosa Maldonado encuentra todo aquello que toma o rechaza, y sobre todo, toma un nuevo lenguaje, el suyo, su propia voz:     


Aparecida pleamar    hojas     azules  

Líquidas                     

                En el desasimiento  

Alma de dos voces ya perdida       

Oscuridades  

De la noche fuera de la casa           




Rodolfo Häsler  
Barcelona, 6 de diciembre de 2012




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