viernes, 1 de noviembre de 2013

3 (JERÓNIMO PIMENTEL)

Mi cerebro es la fruta que comió el primer hombre.
La receta dice: "hay medicina en las hojas",
pero siento frío. Cae nieve negra y forma una capa de hielo
sobre la que bailan dos astronautas. No conozco el ritmo,
pero en el firmamento un buey mueve la cabeza
divertido por la música. Pasta, en verdad, y sus dientes
aprueban melodías. Come astros y defeca estrellas
a la manera de semillas que fertilizan la bóveda
dejándola apta para la contemplación.
Su respiro se vuelve inquietud en mi descanso campesino.
Parece un trato justo. Buscamos señales
pero no hay una sola. No hay metáforas tampoco,
solo un poco de fruta que mi Yo místico proyecta a través
de mi Yo ficticio (mi Yo material califica al ejercicio de ocioso,
mientras mi Yo agazapado bosteza y revela
así su oposición). Me gustaría proyectar otras cosas,
pero nadie puede escoger qué hacer
ni cómo hacer lo que no elige.
No es determinismo, solo un cauce religioso
saboteado por el espíritu de nuestro tiempo.
A nadie le gusta su tiempo. A nadie le gusta crear caminos
que expandan su fuerza mística. La mía está intacta:
muestra a un buey alegre los días de verano
en cuyas noches cae nieve negra (blancas escafandras
exigen otro nombre para su cómica plasticidad).
En los inviernos fríos el animal es un gusano, una larva
que se reproduce en el espacio hasta formar otra.
A ojos profanos es solo el amor de dos estrellas,
bosta que ama a la bosta, y el buey sonríe sacuendiendo la cola
para que otras semillas resplandezcan
y otros niños como yo imaginen lo que sea
que sus ojos son capaces de fijar.
Nada me impide rendirle adoración, como a cualquier
objeto venerado por nuestra época (¿qué época?).
Algunas tardes incluso me enamoro de ella. Pájaro dice
que mi epifanía es un error de programación. Debe ser.
Cuando le rezo oigo el rugir de un motor y se alza el telón
de un teatro: soy un Hell Angel atravesando Arizona.
Los manubrios, anchos como un toro, me rodean
y se cierran a mi espalda. Ya no es una motocicleta,
sino una cápsula que navega por una país sin árboles
donde sólo es posible distinguir piedras, claros y vaqueros.
La vida es un sueño de Moebius donde todos vamos camino a duelo.
Las cajas de dibujo se funden en diálogos sin letras.
El silencio responde al silencio.
Primero, escopeta; después, resplandores indios.
El buey sonríe.
Some day I'll come back.
Fin.




















4 comentarios:

  1. La verdad, no sé de que va la historia...
    creo que me he perdido algo...no?
    Saludos al blog!
    Carnet de Manipulador de Alimentos

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  2. Bueno, Eva, no siempre entender es lo más importante.
    Es cierto que el poema forma parte de un libro, y que dentro del libro algunas cosas se contextualizan más, pero creo que ese texto vale por sí mismo.
    Saludos!

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  3. Y tanto que vale! Menuda selección de poemas en esta página, me hace volver la mirada hacia la poesía, y eso que siempre he sido más de narrativa.
    Un chorro fresco de literatura, gracias!

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