¿Elefante o marfil en el Congreso? Se optó por elefante, en miniatura. Entonces se apostaron sobre los más altos edificios con lupas telescópicas, con láser, con defensiva catapulta quántica, y aguardaron, entre los abrevaderos, el crepúsculo. Pero ni mu de fauna o paquidermo. Un Mercedes —con placas de Nevada— fue visto en la alborada; luego, nada. Ni un mirlo, ni un delfín y ni una mosca. La tropa de elite de más en más perdía su osadía, su coherente haz de luz se disipaba, sudando en las tanquetas, jugando al Go de día, vasodilatándose con el beisbol (en Iphone) por la noche. Un raro gel de vidrio envolvía en domo al gran acuario, pero ni una escama se movía. —Triquiñuela enemiga— farfulló el comandante, mientras revisaba la caducidad (vence 2022) de los supositorios. Inteligencia artificial aún no había, salvo la del ajolote mantenido en conserva que se activaría en caso de súbito derrame. Poluciones nocturnas propinaba la sidra. El toqueteo por debajo de los cuarzos no se hizo esperar. Hombres curtidos por las anacondas, por los búfalos, ahora ruborizados antes las estampitas Uyiko-e (Treinta y seis vistas del Monte Fuji, de Hokusai) ventilando kimonos debajo de paracaídas y cananas. Para no inseminar la concupiscencia, la Santa Sede envió a los Niños Cantores, pero los villancicos estresaron a la tropa. Laborterapia y zanjas keynesianas —propuso un senador— y las porristas agitaron sus pompones. Beijing veía en las Trece Colonias a un competidor (sobre todo en Taekwondo) tenaz, mas tendencioso. Sin parque y ya sin asma emocional, repatriaron soldados al tejido social. Las bioquímicas armas —tan sólo disuasivas— dormían sueños de gloria no obtenidos. Al fin la realpolitik prosperó derogando esas leyes de sesgo feminista: el no justificado veto al tofu, la implantación mamaria obligatoria y los tan draconianos aranceles a las más delicadas porcelanas de Tang.
Imágenes alusivas al accidente en marcha |
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Buenísimo mi querido! Me refiero a esos tipos en pleno operativo, ahora sí entendí el poema, si es que es un poema, si es que algo hay que entender...
ResponderEliminarExcelente texto, querido Víctor. Aquí sigo buceando en Nagasakipanema, felicitaciones y un abrazo!
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