estridente algo que dijo
corta la superficie de la imagen que armó
la lógica del cuarto a las diez de la mañana, detenido en
su respiración, contra el cuerpo dormido que lo frena, a
centímetros ella cuando dice dormida lo que finge para
sí, en esa extraña forma de poner el cuerpo, el miedo
que da, las manos encima, su velocidad extravagante
(...)
todo el día los anteojos de sol
alerta
una foto con sonrisa y la cara puesta en nada, era el
sentido de una situación, la historia visible del sentido,
muy como parte, medio, marcado en los anteojos de
sol, el argumento en esa forma corta de principio
descifrando continuidades, inclinaciones fijas, verla en
la cama desde la cama o afuera, su pequeño desprecio,
ver todo el tiempo ese gesto suyo de pasar, de mucho
sueño
para medir lo que falta
medirse acostado junto a ella
(...)
sobre un principio de intimidad
verla mantenerse aparte
una fracción
extrañamente límite, un modo evasivo, el seguimiento
pálido de la intención, su llegar, exportarse, siempre a
conciencia, cada cambio de canal, abrir la heladera,
primero su cara o la emergencia desalineada del
contorno de la voz, y en partes después su pensar,
cargado pensar porque sí
que ya ni siquiera quería
(...)
dice que no entiende
pasa el día en lo que dice y lo que quiere
como si fuera lo mismo y él no estuviera
variando cada tanto la intención, a veces sin poder
articularse, aunque casi no se note, para lo mismo,
cuando hunde lo que hay, ella volviéndose a su modo,
para sólo responder, convencer lo que pasa
extenuarse en lo que sea
(...)
como si traspasara el día y se quedase, al borde del
nombre propio, un ejemplo, entre su nombre y cualquier
forma de sí, justo en su desfase
(...)
después de haber copiado su cara de pedir, copiar
la forma del tiempo que tarda en decir cada palabra,
copiar la forma de la cama y cerrar la puntuación, el
círculo y el trazo, copiar el intento, su forma de intentar,
para que se vea obligada a decir, copiar esa cara
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