lunes, 7 de febrero de 2011

VERANO, SOMOS LOS VIEJOS (ALBERTO GIRRI)

 
Implacable verano, ansiedad remota,
cambiada por esta falsa aceptación
que en privados campos de lentitud
es miedo hacia el juicio terminal.
Tu salvaje luz descendiendo
nos degrada en hileras cada vez más secas,
con ácidas conjeturas
sobre el objeto de la vida que vivimos,
los tormentos posibles y eternos,
las reencarnaciones infinitas;
sobre la malograda vida posible,
que embotamos por esperar cómodos moldes,
y la caridad sin las consabidas inmundicias,
sólida en cuestiones de hiel y pecado.

Implacable verano, somos los viejos,
fuera de ti, fuera del voluble exceso
a que invita el tiempo, su silencioso crédito,
Dios llega como malhechor,
y nos halla preparados, despiertos,
apoyando el alma que no piensa,
y el cuerpo que nada recobra,
en la giratoria rueda del presente.

Somos los viejos, los ancianos,
antes que nos borren
suplicamos algún influjo,
alguna costosa reparación,
que recuerde otra edad,
otro verano.



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