jueves, 10 de marzo de 2011

LA MÁSCARA JAPONESA (DAMARIS CALDERÓN)


Yo, Ito Toshitsugo
saqué mi cabeza de un agujero durante la noche
para comerme el cristal de un establecimiento comercial
en la Venecia japonesa.
Atraído por los cebos lumínicos
y los tubos de plástico.
Dos meses
como una anguila
ante el pabellón dorado del bazar
permanecí extático.
Largo y delgado
estilizado por el hambre
una anguila de agua dulce
en el gran puerto marítimo.
Sesenta millones de personas
pasaron por mi lado
no me vieron.
                        Sesenta millones
ocupadas en las compras navideñas
cegadas por la luz artificial
por las ramas (falsas)
del árbol donde recosté mi cuerpo.
Yo, Ito Toshitsugo
me convertí en el cadáver de un hombre de sesenta años
sin domicilio conocido
en uno de los barrios más populosos de Osaka.
Que alguien toque para mí la flauta de hierro.


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