El cerdo vive como los hombres
en la caverna de Platón: su mundo
es el mundo de las sombras.
Cuando mira al suelo,
ve el paraíso; cuando mira al cielo, tiene
el cuchillo en la garganta.
Pero el cerdo también sueña que
tiene alas como un ángel, y que su chiquero
queda en la nubes.
En sus sueños, dios chilla
como un cerdo, y el árbol del paraíso
está lleno de bellotas.
Por eso el cerdo no saca el hocico
de la tierra, en busca de una abertura
hacia el cielo.
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