sábado, 23 de julio de 2011

LI KAN SE DESPIDE BAJO EL ÁRBOL (HARRY MARTINSON)



He venido desde Takalan para despedirme.
Hay en el viento una sensación de otoño que también pertenece al caminante.
Han pasado muchos años desde la última vez que nos sentamos aquí.
El árbol no tiene las mismas hojas.
Nosotros no tenemos el mismo pelo ni la misma piel.
Lo primero que notamos es lo ausente y los muertos.
Nuestro grupo ha quedado reducido a tres.

Entre los que se alejaron caminando por el desfiladero
está Li Ti.
Él pintaba paisajes hermosos de arroyos y ríos en las Montañas Lluviosas.
Murió en un viaje al cruzar el desfiladero de Lao-hu-Nan.
Se ahogó en la nieve.

Cuando me enteré ya habían pasado tres años.
Mi esposa Tien Fang que todavía estaba viva entonces
se me acercó y me contó con delicadeza el fallecimiento.

Me pareció que caía en un abismo.
Decidimos no comer aquel día.

Un año después, en el mes del buen tiempo,
fuimos a visitar el desfiladero donde habían encontrado a Li Ti.
Ahí ya no había más que rocas y un viento desolador.

Ahí dejamos las tres ramas sagradas que llevábamos con nosotros.
Hablo sobre esto
porque los recuerdos de los amigos que han muerto
y el recuerdo de una esposa amada
son más que la sabiduría.

De qué nos sirve la sabiduría
si solo somos tres.


Ahora que nos hemos reunido los tres sobrevivientes
dejemos descansar a la sabiduría.
Ojalá suenen en el laúd los reflejos de los recuerdos.
Bebamos lentamente el vino mientras tocamos la melancólica canción
sobre la solitaria Linterna de Agua del río Lu.








[Sobre una traducción de Francisco J. Uriz]



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