A veces hay gente sentada en
coches aparcados, erguidos, de noche,
sin embargo, al pasar de largo, no se percibe
ningún movimiento de labios, ni ella
ni él, sólo miran fijamente
enfrente hacia la oscuridad
penumbra del capote cortado
en diagonal por la luz, yo, sin embargo,
paso de largo, nadie se
mueve y además: con estos
cristales de noche, yo, sin embargo, ahumados
desamparados, yo sé que no hay nadie,
que esto pasará, dos asientos
delanteros levantados o bajados,
en mi región: a veces, de noche, nadie,
en caso contrario el cierre estaría
puesto, igual que yo, en el
caso contrario dejaría el cierre
abierto, pero en estos cristales
nunca, ahumados desamparados, brilla
una mancha de aliento cristalizado, igual
que mi aliento de noche, claro y audible
junto a los coches aparcados.
[Traducción de Cecilia Dreymuller]
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