lunes, 5 de septiembre de 2011

MEDITERRÁNEO II (ROBERT CREELEY)


El grotesco carguero de cubierta inferior con su camarote
de popa, naranja y erguido, que podíamos ver desde la ventana abierta de
este sitio cada día ahí afuera en océano proverbial se ha
ido, moviendo el foco de ese azul a una 
distancia implacable ahora se está yendo hacia un borde
ensombrecido, apagado, del cielo más allá de todos los sueños o lugares recordados. Uno
quiso tanto que eso hubiera sido la vieja historia de ellos esperando hasta
que la oscuridad finalmente llegara y entonces, con remos silenciosos, remaran
hacia la cueva escondida, escalaran el acantilado vecino, y
entraran a mi corazón. Cuántas veces tanto tiempo atrás vi 
al pescador al caer la noche remando hacia el mar
oscurecido con sus barcas extrañas y alargadas, remos al unísono, hacia qué
resuelto destino, y si existiera un mundo en el borde de 
este, ellos finalmente podrían desembarcar allí. Ahora el arrastrarse del mar
con su sonido recurrente está cayendo con fuerza, con su gorro blanco, sobre
las rocas, fuerzas tan libres como desconocidas para mí, sin ninguna función
más que esta recurrencia tediosa, sueños repetidos, insistentes, inútiles.






[Traducción: Mònica Miravet & Aníbal Cristobo]





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