sobre la flor venenosa del paisaje
y el vaivén que
sugiere el viento con la ropa
colgada mientras las flores
que Nina mutila
ya no se mueven y semillas
brotan.
Hay una
posibilidad
de que el agua de la pileta
ya no sea tan
clara cuando los chicos
vengan a jugar o romper todo.
El polvo de la erosión
se confunde con el
polvo de la casa que
se construye encima, cemento
cal, arena. Como una lluvia
ácida el progreso desciende.
Con comida de la gente o gente
en la boca, la perra choca con
poste, escapa. No la persiguen pero
a un diabético siempre lo persiguen.
Come y está
más flaca. Todo tiene
un equivalente
en los papeles con el plan
que desparramé y
debía levantar para que
nadie tropezara:
los saltos acrobáticos que provocan
dos muelas, la parálisis
de mi madre, las maderas
cuando crujían, la forma
provocativa en que pasto
crece menos que yuyos.
Quién sabe si realmente
estamos creciendo o
cambiando de estación
o por qué estamos cambiando
o habríamos de reconocerlo.
Nina tiene más dientes que yo.
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