miércoles, 23 de noviembre de 2011
BANANAS PODRIDAS 2
en aquel rincón
en sombras
de la verdulería
la tarde - el tiempo
el sol de la tarde -
en las bananas se convertía en miel
(incluso
más agua
que miel)
en octubre
de 1938
tal vez
en la boca
de Newton Ferreira
la misma
tarde (de fachadas
y espejos)
hablaba portugués
y reía
(en la saliva)
o tal vez
no
pero sin duda alguna
se disipaba
y allá al fondo de la tienda
sin ventanas
esa tarde
ese octubre
hedía
II
ese octubre era grande: toda una ciudad
allá afuera
con sus ríos y manglares sus canteros
su cúpula azul hecha de viento
sus niños de carne sus balcones
llenos de conversación
y quehaceres
ese octubre era agua
en las canillas
ropas en la soga
era nubes iglesias arboledas
era tranvías carrozas era palomas
alrededor de la verdulería
una ronda!
ese octubre esa tarde era un Nordeste
desdoblado en paisajes áridos y castigos
en la lepra del verano
una ronda
de rostros consumidos
de miradas humanas entre trapos
en el polvo de fuego
mi Nordeste
un trapo viejo
envuelto en un relámpago
III
Esa tarde era historia brasileña
que mecía los árboles
pasando
y que olía a mar
cuando soplaba del mar
y cuando
creciendo en jazmineros
olía
a jazmín
la historia de Brasil en algún patio
de São Luis
poco antes de la segunda gran guerra
mientras
sobre el mostrador de la verdulería en las bananas
que se pudrían
la historia era
un sistema de moscas
y de miel
zumbando
en aquel determinado punto de la ciudad,
del país;
en aquel determinado punto
de la familia,
como un cáncer
Pero en cualquiera de los miles espejos de la ciudad
donde se ve la historia
(en la sala de visitas, en el cuarto
de la empleada, en el
aljibe hondo como el cielo)
puede ser que sonriera
aquella tarde, el pueblo,
en un rostro de niña.
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