viernes, 25 de noviembre de 2011

MAYO 1964 (FERREIRA GULLAR)





En la lechería la tarde se reparte
             en yogures, cuajadas, vasos
             de leche
             y en el espejo mi rostro. Son
las cuatro de la tarde, en mayo.

Tengo 33 años y una gastritis. Amo
la vida
            que está llena de niños, de flores
            y mujeres, la vida,
ese derecho a estar en el mundo,
            tener dos pies y manos, una cara,
            y el hambre de todo, la esperanza.
Ese derecho de todos
            que ningún acto
            institucional o constitucional
            puede abolir o legar.

Pero cuántos amigos presos!
           cuántos en cárceles oscuras
           donde la tarde apesta a orina y terror.
Hay muchas familias sin rumbo esta tarde
           en los suburbios de hierro y gas
donde juega irredenta la infancia de la clase operaria.

           Estoy acá. El espejo
no guardará la marca de este rostro,
            si simplemente salgo del lugar
            o si muero
            si me matan.
            Estoy acá y no estaré, un día,
en ninguna parte.
            Así que, qué importa?
            La lucha común me enciende la sangre
            y golpea mi pecho
            como la coz de un recuerdo.




 

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