lunes, 28 de noviembre de 2011

PLAYA DESIERTA (MIQUEL MARTÍ I POL)





La vastedad del mar ahora es sólo
una referencia. Por la arena
todavía debe haber rastros de pasos.
Tantos yendo y viniendo crean un confuso
y vago esgrafiado en la memoria.
Pero recuerdo con nitidez
casi obsesiva los juegos de una pareja.
La chica de pechos desnudos marcaba el ritmo
dulcemente agresiva, manos y labios
buscaban al compañero y lo incitaban
sin ninguna insolencia, con la tranquila
cadencia de los sentidos que se manifiestan
a flor de piel, impúdicos, complacientes.
La amable pelea duró un buen rato
y ahora de todo aquello sólo me queda
una discreta y muy remota envidia,
la sombra tal vez de un mundo perdido para siempre
y el gusto morboso, tozudamente furtivo,
de aceptar el oscuro embrujo de lo poco que resta para mí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario