Los que se meten su cena,
de espaldas, despiertos, hechos polvo.
Y hay piernas: llenas de
picaduras tras la noche.
Un olor penetrante
en la escalera y cabreados
como están sentados allí,
vista a la cocina salón,
en el cuarto, junto a la mesa.
Se meten tranquilamente
una cuchara tras otra,
trasnochados, trabajo temporal.
Y sobre la sopa de ternera
relampaguea la luz. Los rayos
que en alguna parte en una
pantalla se dejan condensar,
en un momento, a una rápida,
breve escena de polvo
desnudo (y piernas,
hay piernas),
nadie se da cuenta.
[Traducción de Cecila Dreymuller]
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