miércoles, 12 de octubre de 2011

CARTA ABIERTA A JOHN ASHBERY (WALY SALOMÃO)

La memoria es una isla de edición -dice un pasante
cualquiera, en un estilo despreocupado,
e inmediatamente borra la tecla y también
el sentido de lo que quería decir.

Agotado el yo, queda el espanto de que el mundo no sea llevado
por el sobresalto.
Dónde y cómo almacenar el color de cada instante?
Qué trazo retener de la aurora translúcida?
Incinerar el leño seco de las amistades calcinadas?
El perfume, tal vez, de aquella rosa desvaída?

La vida no es una pantalla y jamás adquiere
el significado estricto
que se desea imprimir en ella.
Tampoco es una historia en que cada minucia
encierra una moraleja.
La vida está llena de sitios donde arrojan cadáveres, fiambres,
liquidaciones, ajustes de cuentas,
divisiones de capturas,
supresiones de trechos, desaparición de originales,
grupos de exterminio y fotogramas reventados.

Qué importa si las cenizas se enfrían
o si aún arden calientes
si no es seleccionada alguna urna adecuada,
sea griega sea bárbara
para depositarlas?

Antes que el mañana se desmorone aquí,
todavía hoy se olvidará lo que trae
la marca de agua de hoy.

Hienas aguardan en la emboscada de los matorrales mientras
los perros de la fila del tiempo forman un archipiélago
de hilachas del traje de la memoria.
Islotes. Imágenes en harapos de los días idos.
Numerosos cráteres de ozono.
Los lazos de familia vueltos lapsus.
Hueco y carie y zanja y prótesis,
así el mundo va pariendo al difunto
de su sinopsis.
Sin ninguna explosión final.

Nulla dies sine linea. Ni un día sin una línea.
Uno, sin nombre y con voluntad aguada,
yergue este lema como una barrera
anti entrópica.

Y los días se suceden y se firma la intención
de transformar todo veneno y óxido
en pedazos del paraíso. O vice versa.
Al gusto de quien guste,
como quien aprieta un botón de la mesa
de una isla de edición
y un dios irrumpe finalmente para rescatar el fardo humano.

Corrigiendo:

                    el destino humano.


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